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¡Tengan cuidado con la última exposición del pintor Vázquez Mourelo!

Por Luis Artigue

Disponible en https://ileon.eldiario.es/opinion/ultima-exposicion-pintor-fernando-vazquez-mourelo-galeria-armaga-leon-2025-columna-escritor-luis-artigue-el-bibliopata_129_12603067.html


Como vivir en el París de los años 40 de Jacques Lacan, gran maestro del psicoanálisis, a cuya consulta parisina del número 5 de la Rue de Lille llevaba Picasso a sus amantes locas (en vez de ir él, que es lo que debiera haber hecho)… Y como acudir a esa consulta, y recostarse en ese diván a explicarse a uno mismo quién se es de verdad…

Así es visitar la última exposición del pintor Fernando Vázquez Mourelorecién inaugurada en la leonesa Galería Ármaga. De hecho Lacan definía al ser humano como ser parlante y predicaba que el inconsciente se estructura como lenguaje, pero asimismo era un gran coleccionista de arte en ese París porque sabía, y no ignoraba que sabía, que hay personas con enorme imaginación visual en las que su inconsciente no se estructura en palabras, sino en imágenes que son metáforas, pues ni hacen falta las palabras cuando el empuje plástico es descomunal.

Vázquez Mourelo en Madrid se divorció, se desterró, enterró a su padre, se desarraigó completamente, se perdió, se encerró en sí mismo y decidió no volver a pintar jamás porque para qué, y para quién… Pero uno de los conceptos más importantes del psicoanálisis, como nos enseña el doctor Lacan, es el que se designa con la palabra pulsión.

Esta exposición que rompe diez años de silencio encarna la pulsión de volver a pintar; de volver a vivir.

Sin embargo, como ocurre con la obra plástica cuando verdaderamente es memorable, no nos conmueven estos cuadros por lo mucho que dicen sobre el pintor, sino por lo bien que dicen todo sobre nosotros cuando los observamos detenidamente y así, en su cohesionada multiplicidad.

Impresiona darse cuenta de modo definitivo que Fernando Vázquez Mourelo dice que se expone en cada exposición, cuando lo cierto es que este pintor es un gran vividor (dicho esto en el sentido de que sabe captar la vida de forma franca y sensible).

De hecho, observar todos los cuadros de esta exposición de Vázquez Mourelo, todo este mundo plástico enfático pero no pretencioso, es no poder dudar de que en su obra hay tanta nobleza, identidad y profundidad, como hay un gran quehacer metapictórico que dialoga con la tradición (Malévich, Picasso, Goya, el surrealismo, el fauvismo, Oleksandr Arjípenko, Lucio Muñoz, etcétera). Y hay una mirada privilegiada para la meditación psicoanalítica.

Vean sino todos los cuadros de la serie negra de esta exposición como los titulados NaufragioAlas de giganteLoneta MalévichEl regresoSudario y Artaud, los cuales describen sin ahorrarse crudeza la depresión nihilista que lleva a una persona a negar el sentido de su vida, y lleva a un pintor a negar el sentido de seguir pintando.

Y vean especialmente si no el cuadro del que aquí parte todo y que se titulada Punto de no retorno, el cual es un cuadro en el que el pintor se despide del padre y saluda desgarrado a la orfandad (impresionante por toda su hibridez formal y emocional también el cuadro El camino de la camisa de mi padre)… Pero estos cuadros edípicos al tiempo forjan un tratado plástico sobre la masculinidad telúrica y originaria en los términos de ese libro sobre estética escrito en su día por Terençi Moix y que tituló Mundo machopero haciéndolo sin palabras, sino homenajeando visualmente y con destreza plástica desacomplejada a René Magritte.

O vean el autorretrato imposible que titula The angel of de odd en el que en verdad se coloca y nos coloca en el diván de Lacan. O la serie de cuadros surrealistas con influencias femeninas de Maruja Mallo y Remedios Varo como Reyes de lo ajeno o Tentetiesos (hay mucho de femenino en esta exposición, mucho de pintura queer, mucho de devanarse los sexos haciendo uso y abuso del color rosa para educarnos la mirada del género)… No en vano, entre lo visual y lo narrativo operan estos cuadros, y en conjunto arman un relato torturadamente lírico, de modo y manera que al espectador esta exposición le inocula una voz en off (una filosófica, psicológica y lírica obsesivamente indagadora).

Pero la aureola de realidad que en lo epidérmico tienen estos cuadros (todos ellos ahítos de figurativismo en descomposición y con colores agresivos a juego de la pincelada gestualmente torturada: un ejemplo inolvidable es el titulado Renacido que es el que marca el punto de giro en esta exposición entre la serie negra y el regreso del color… Sí, estos cuadros que maldicen la pintura y huyen de ella en dirección a lo naif, lo infantil y lo originario (véanse como ejemplo dos cuadros importantes aquí, el titulado Lo que una vez fue y Ghosting)…

O los cuadros de la serie negra en los que no hay pintura porque se huye de ella como de la peste (véase el duro cuadro titulado Las tres edades) y queda solo la tela del lienzo para que esa tela se haga materia como si se hiciera carne (por eso pasa todo aquí a ser pictoescultura en un determinado momento).

O véanse estos cuadros postidentitarios como de individuo perdido entre el caos inconmensurable de la gran ciudad y de la gran normalidad (por eso están repletos de figuras sin rostro y de paisajes humanos anónimos desvaídos)… Todos son una realidad completamente interior.

Por eso en esta exposición lo figurativo va como de viaje hacia el esquematismo, hacia la esencia, hacia la descomposición y hacia lo orgánico… Y es lógico que así sea… Si te has quedado atrapado, durante la pandemia del COVID-19, en una ciudad que no es la tuya y se llama Madrid, y desde allí te quedas solo, sin padre, sin amor y con la única compañía de tu perro, tu alma y los agoreros que aprovechan la coyuntura para decretar la inminencia del Paraíso o del Armagedón, y al salir de ese marasmo te enamoras y conviertes en escultor de ti mismo, es lógico que esta exposición culmine en cuadros coloristas y empoderadamente rosas como el titulado Dos con la cabeza a pájaros.

El camino desde la identidad al yo es la vida humana. ¡Y eso es esta exposición que duele y cura como el vinagre en las heridas!

Sí, como vivir en el París de los años 40 de Jacques Lacan, gran maestro del psicoanálisis, a cuya consulta parisina del número 5 de la Rue de Lillelevaba Picasso a sus amantes locas (en vez de ir él, que es lo que debiera haber hecho) es ver la última exposición de Vázquez Mourelo…

Al salir de la Galería, como al salir de la consulta del psicoanalista, sigues igual de loco que antes, pero ya no te importa.

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