Julia G. Liébana encontró la fotografía por casualidad a finales de la década de los ochenta. La convirtió en pasión y profesión a través de su exploración mayormente autodidacta. Desde entonces se ha convertido en una artista visual en constante experimentación con lo que le rodea y consigo misma.
En esta nueva exposición, Mímesis – en la Galería Ármaga hasta el 22 de mayo – se muestran tres de sus series más relevantes: Herbarium evanescente, Mujeres y Diálogos con la naturaleza.
En la primera, Herbarium evanescente, fotografía a distintas plantas y vegetales con gran detalle, como si de un retrato humano se tratase. Estos modelos los obtiene de rutas y paseos en los que consigue tener una percepción personal e íntima de la naturaleza, la cual observa y descontextualiza al colocarla sobre fondos neutros. La flora adquiere una belleza escultórica gracias a un excelente tratamiento de la luz, la cual da una textura casi matérica a estas obras. Esta serie ya estuvo expuesta en el Museo de León en el año 2023, si bien en esta ocasión incorpora una nueva pieza que se integra perfectamente con el resto: dos mujeres arrodilladas se estiran asemejándose a las dos calas en gesto de caída que se exponen a su lado.
La segunda, Mujeres, es una serie ya iniciada, pero que también mantiene activa. En esta exposición muestra las fotografías realizadas este año por primera vez. Atraviesa con su mirada la identidad y la perspectiva de género, mostrando el cuerpo femenino sin rostro reconocible. Lo tapa, lo desenfoca y oculta sus rasgos personales identificativos como consecuencia del movimiento ocasionado. En otros casos convive con componentes ajenos – flores, principalmente – intervenidos y completados con finos trazos de acuarela. De esta manera, entiende la mujer desde un punto de vista impersonal: no como individuo, sino como colectivo; no en minúsculas, sino en mayúsculas. Esta dicotomía nos hace reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza y con nosotras mismas.
Por último, aparece una serie inédita: Diálogos con la naturaleza. En ella, la mujer se relaciona con el medio vegetal de una manera aún más física que en Herbarium evanescente. El cuerpo femenino se mimetiza y danza con la naturaleza, aunque en comparación con Mujeres, en esta ocasión el carácter es más teatral. En unas, la vestimenta roja destaca sobre el paisaje como un elemento exógeno con el que se relaciona y que, a veces literalmente, abraza. Julia juega con los reflejos hasta lograr obras cargadas de emoción. En otras, el enfrentamiento – no violento, no opuesto – de naturaleza y ser humano se consigue gracias a la disposición doble en algunas de las piezas. La mujer echa a volar su vestido para asemejarse a los pétalos de las flores, revelando gracias al movimiento la asimilación escultórica existente entre ambas.
En definitiva, esta exposición en Ármaga es otro hito más en la carrera de Liébana, que sigue explorando la relación del ser humano y la naturaleza desde un punto de vista personal y profundamente emocional.
María Pérez Fernández
