La exposición, que se presenta conjuntamente con la galería Espacio Líquido, en Gijón, y en colaboración con la madrileña La Gran , reúne obras de la etapa más reciente de Teresa Gancedo.
Una etapa que comienza en la década de los noventa. A partir de esta década su pintura se vuelve más vital, la paleta se aclara -aún conservando sus grisallas características-, trabaja muy a menudo en series modulares y se afirma la personal manera de Gancedo de ver el mundo y plasmarlo en pintura.
Las obras de esta década suelen organizarse mediante ejes de simetría, incorporan collages o dibujos y las pinturas adquieren una libertad y personalidad patentes en su futura trayectoria. Empleando recursos plásticos del simbolismo y del misticismo ahonda en su memoria personal y en la psique colectiva a través de signos y símbolos tales como imágenes religiosas, populares o de la historia del arte, elementos vegetales, flores, pájaros y peces –a veces incorporando imágenes y objetos encontrados- y toda una panoplia de elementos aparentemente decorativos, alveolados, filigranas y formas orgánicas que hacen que el misticismo y ascetismo de su obra se acompañe de sensualidad y hedonismo.
Las obras de Gancedo que recubren tanto nuestras paredes como las de Espacio Líquido tienen algo en común: están llena de referencias y evocaciones, recuerdos, resonancias e invocaciones de algunas de las experiencias vitales y estéticas de la infancia de la artista en un pueblo de la montaña leonesa.
La autora de «Símbolos y Realidades» fue homenajeada en la primera edición de La Iberoamericana de Toro, que se celebró el pasado verano y que ya ha anunciado una segunda edición que se celebrará también en verano de 2022. Este premio pretende destacar la labor de la mujer en el mundo de las artes. Es la exposición de arte contemporáneo de mayor relevancia de verano firmada por mujeres.