Por CAMINO SAYAGO
Desde Tam Tam Press
“El libro de las hojas, las flores y los peces”. Con este refrescante título se asoma el trabajo reciente del artista leonés Miguel Escanciano en la galería Ármaga: un delicado recorrido por la naturaleza en forma de dibujos en tinta, una treintena, sobre papel artesanal de la India. Es el nuevo reto del artista, multidisciplinar por instinto: diseñador, pintor, cantautor, actor, poeta. Y es también el cálido producto de un tiempo raro y extraño, de asirse a la vida como un cuaderno desprendido. Tres años de trabajo, realizado en momentos aislados, con la inspiración de los jardines urbanos. La cita comienza este viernes 12 de septiembre.
La poesía fue la primera disciplina en la que se inició Miguel Escanciano (León, 1953), allá por mediados de los setenta, con un primer libro “Barro”, junto a Julio Llamazares y José Carlón. Y desde entonces ha sido el hilo conductor de su expresión poliédrica, en total sintonía con el perfil de creador renacentista. A través de ella ha creado poemas en distintos soportes. El dibujo es ahora el que alimenta esta individual en la galería leonesa Ármaga, tras la última, “Eclectic Orient”, realizada en este mismo espacio en 2010. Treinta piezas con sabor a mar y tierra e historias sobre el paso de los días, inspiradas en el libro personal “El libro de las hojas, las flores y los peces”, escrito en 1997. De la reunión de esas imágenes nace esta exposición. Como dice el propio artista en el poema bio/gráfico que la ilustra “No estoy en la pecera, simplemente, trazo círculos mientras espero nuevos soles”.
—¿Cómo surge “El libro de las hojas, las flores y los peces”? Es una obra que condensa un periodo raro…
—Sí, es un periodo extraño de mi vida. Surge como necesidad terapéutica, aunque suene un poco rara la palabra y escandalice un poco lo de terapéutica, pero yo creo que es un relato de conquista del día a día, un relato de ver la posibilidad de que hay un mañana. Y eso se fue plasmando en un momento en el que yo físicamente no podía disfrutar ni de los veranos ni de los inviernos, que me llevaban al aislamiento, y sólo participaba por lo venial que puede tener el clima de la primavera y del otoño. Entonces, claro, metido en ese espacio físico evidentemente la única temática que podía relatar era la temática de las hojas, del renacer de las flores y la situación mía personal de encontrarte encerrado.
—Claro, es la mejor forma de dejar atrás esa sensación y de materializar otras más cálidas, que incluso se pueden soñar, como disfrutar de la naturaleza…
—Como urbanita que soy todo está más localizado en mi espacio local. He disfrutado de los jardines de la ciudad, cosa que no había hecho nunca. He disfrutado los pequeños riachuelos o las pequeñas acequias donde hay peces. De ellos y este entorno he cogido cierta vitalidad.
—La temática elegida transmite serenidad y tiene cierto tono poético, ¿era tu intención?
—Sí. Es como intentar buscar la serenidad, la paz, el sosiego, es una búsqueda constante de estas sensaciones. No puedo prescindir de la poesía y en mi conducta diaria, mi trato con la gente y en las cosas que puedo desarrollar a lo largo del día, siempre está presente. En el gesto, en la palabra, en todo.
—Esta obra recuerda algunos fragmentos del poemario “Hilas, Prólogo a un sueño”, publicado en 1988, con el que conseguiste un accésit al Premio Seráfico de Poesía de Elda, en Alicante. Comparte su intimismo, su carácter introspectivo.
—Sí, sí, imagino que, por el toque de los peces, hay una cierta evocación mitológica. Hilas tuvo un sueño y aquí sucede algo parecido. Igual que pasé de hacer una poesía más social, dirigida a los demás, a hacer una poesía mucho más íntima, con estos dibujos ocurre lo mismo, representan un momento personal.
—Son sencillos y meticulosos dibujos en tinta sobre papel, con apariencia de hojas de un libro.
—Es la primera vez que utilizo este papel como soporte para el dibujo. Son papeles de la India, de algodón al cien por cien, de fibra natural sin colas, sobre los cuales es muy complicado utilizar la plumilla. Para fijarla tienes que andar con mucho cuidado. Si te fijas, se ve cómo el dibujo está hecho trocito a trocito para que no se enganche la plumilla y no se cree un borrón, una mancha. La plumilla la utilizo mucho para composiciones de acuarela, pero en estado virgen sólo la he utilizado en esta ocasión, ésta es mi primera exposición. Lo único que me ha importado era resolver el trazo de las ideas que me iban surgiendo.
En cuanto a la apariencia, es como un libro desencuadernado o el intento de crear un libro en su estado primitivo. Puede sugerir las dos cosas. El poema lo recoge cuando dice: “para asirnos como cuadernos desprendidos, bien sea en los viejos, o en los contemporáneos libros”. Luego hay elementos como las cuentas que incorporo en cada pieza, que tienen una historia peculiar. Me las encontré en una playa de Ibiza y me pareció interesante introducirlas. Me preguntaba ¿de quién eran?, ¿formaban un collar, una pulsera?, ¿en qué situación se extraviaron en la playa?, ¿fue de una forma violenta o simplemente se soltaron?, ¿cómo era la persona que las llevaba? En fin, sentía curiosidad y les di otra lectura.
—En la exposición hay numerosas piezas con los peces como motivo temático, destaca una serie de cinco piezas que incluyen color.
—Estas obras son lo que yo denomino peceras. Son peces dorados. Están encerrados en una caja a modo de pecera, los otros peces, son acuarios. Son parte del mundo en el que he estado sumergido durante estos tres últimos años. Hay otros peces a los que incorporado color, en concreto sólo en una obra que tiene una historia muy bonita. En esta exposición me parecía que no encajaba que metiera una obra en color, porque para mí el color representa el futuro. Sin embargo lo hice y el futuro está encerrado en este cuadro, en el hecho de que el color lo ha incorporado una niña, Alejandra, la hija de Marga, mi galerista, que lo coloreo. En esta pieza quise amoldarme al lenguaje de un niño, y por eso decidí narrar casi una historia de cuento, está el río Torio, el Bernesga, el río Miño. Incluye flores, algas, peces.
—Además de tu faceta como artista plástico, a lo largo de tu trayectoria has abordado otras muchas. Teatro, diseño de moda, decoración, radio… eres polifacético…
—Nunca he estado centrado en una mismo asunto, me ha gustado más dispersarme y cuando estaba saturado de una única actividad entrar en otra. A lo mejor es la forma de coincidir con la gente del Renacimiento, que tenía habilidades para ejecutar diversas disciplinas. Y en ese sentido puede que tenga más exaltado el espíritu mediterráneo del Renacimiento, pero ha sido, sobretodo, porque estar sometido a una sola disciplina durante un determinado tiempo me cansa, y por eso he variado de actividades. A veces he tenido cierta vergüenza de mostrar estos cambios, porque la gente puede decir ya está aquí éste, además de artista, poeta…, y no son capaces de ver que es una necesidad vital, me gusta expresarme de todas las maneras posibles. Yo creo que todo está interrelacionado, si lees mi poesía ves en ella elementos mitológicos que los tiene también mi pintura, la naturaleza… y creo que también mi obra tiene ritmo, hay música. La estructura de un compás es también llevada a la obra, con los espacios vacíos que se crean, se crean nuevas composiciones. Si observas una de estas obras no sólo hay una caña con una cuenta, los espacios intermedios están creando nuevas geometrías. En los peces ocurre lo mismo. En los espacios que dejan unos pueden entrar perfectamente otros. Hay ritmo, compases, melodía, y el movimiento es melodía… puede que haya imágenes estáticas, pero otras tienen movimiento.
—¿Algún proyecto?
—Estoy en un momento en que los proyectos son día a día, pero me gustaría recoger los libros de poemas que tengo inéditos y que las nuevas generaciones conozcan mi obra, tanto de “Barro” como de “Cuadernos Leoneses de Poesía”. Me gustaría publicar una pequeña antología en la que se recogiera ese periodo, como “Hilas. Prólogo a un sueño”, y “Luna Global” y “Luna de olvido”, que son los últimos trabajos poéticos que he hecho, así como el poema biográfico que incluyo en esta exposición, una edición facsímil de 200 ejemplares numerados.
“El libro de las hojas, las flores y los peces”
Poema BIO/GRÁFICO de Miguel EscancianoEn el tiempo de las hojas, las flores y los peces,
yo vivía en una nube.Desde aquel cúmulo oteaba los otoños abatidos,
las densas, rutilantes y coloridas primaveras
y, en rotación constante sobre las esféricas peceras,
permanecí en contacto directo con los días:
sus diversos soles, sus cambiantes lunas
y sus rutinarios ciclos de las aguas.Dancé conectado al universo en los garajes de la vida, los quirófanos,
y he vencido a más de un tercio de esta década.Nada de esto es extraordinario,
somos tantos los que ansiamos mantenernos en el suspiro
repasando mil imágenes, por ejemplo, en blanco y negro,
igual que en los antiguos noticieros,
evocadores de cines desahuciados,
para asirnos como cuadernos desprendidos,
bien sea en los viejos,
o en los contemporáneos libros.II
Hojas
y brotes que surgen de los tallos para crear nuevas hojas.Hojas que semejan corazones
y hojas que se elevan hacia el cielo.Hojas como hombres,
¿hombres, o simplemente hojas?III
Eclosionan impacientes las extravagantes flores.
Flores incendiadas de soberbia,
flores de un edén o paraíso incierto.Hay hojas que humillan a las flores
y hojas que protegen los retoños.Flores como hembras desdichadas,
hojas que son flores.Vainas germinadas como flores,
flores que anteceden a las vainas.Flores que se enredan o se rizan.
Flores,
algas y flores.IV
No estoy en la pecera,
simplemente, trazo círculos
mientras espero nuevos soles.Algunas veces me elevo, vuelo,
como tantos otros, al unísono, al mismo tiempo,
porque no es bueno estar solo
y la herida es una trampa.Por todo esto, creo en lo imposible
y lo imposible es nada.
— — —
Miguel Escanciano. “El libro de las hojas, las flores y los peces”.
- Galería Ármaga. C/Alfonso V. Nº 6. León
- Inauguración viernes, 12 de septiembre, a las 20.00 horas