Noticias.

Bosques 2016 / Música para camaleones

Presentación interactiva de la exposición de Juan Rafael, por Manuel Álvarez (Infographica). Haz un click en la imagen.
Presentación interactiva de la exposición de Juan Rafael, por Manuel Álvarez (Infographica). Haz un click en la imagen.

Reproducimos un texto del poeta Víctor M. Díez, escrito para la exposición “Bosques 2016” del artista leonés Juan Rafael que se puede ver del 10 de septiembre al 7 de octubre de 2016 en la galería leonesa Ármaga. Sobre estas líneas, haciendo un click, se puede acceder a una presentación interactiva de la exposición realizada por Manuel Álvarez (Infographica).

Música para camaleones

(Bosques de Juan Rafael en Ármaga)

Por VÍCTOR M. DÍEZ

Conozco la obra de Juan Rafael desde hace treinta años. Recuerdo los primeros pasos: sus dibujos ilustrando textos nuestros, los cómics y los fanzines comunes, la preparación para ingresar en la Facultad de Bellas Artes. Vivimos juntos en aquel entonces, viajamos juntos en camiones nocturnos de mercancías, donde traíamos cuadros suyos para sus primeras exposiciones en la ciudad. Fui testigo de su crecimiento como pintor, de sus hallazgos, de la consecución de un lenguaje propio, de sus exposiciones grandes y pequeñas; y también de sus silencios, de sus decepciones y desánimos. De las caídas y las resurrecciones, que le son inherentes a cualquier artista que se precie de serlo. Sin embargo, no creo que nada de esa biografía común me legitime para hablar de su obra.

Es más bien una confluencia estética —más de espectador afín que de espectador privilegiado, más de creador que confluye con su poética, que de camarada— en lo que intento basarme para estas cuatro palabras que acompañan a su nueva aventura expositiva en la galería Ármaga.

A mi modo de ver, la pintura de Juan Rafael reclama sin imponerse cierto rigor en la mirada. Hay quien se queda en la superficie y le funciona. El cuadro se deja, como si fuese un gato, ser visto así. Permite llevártelo a casa, acompañarte suavemente, dejarse acariciar de vez en cuando. Y ahí se queda agazapado en tu salón, en un pasillo iluminado, en la habitación. Y un día se abalanza sobre ti y te asusta como si te despertasen en un sobresalto. Quien sólo vio una superficie plana, lisa, un adorno, una mascota, cree ahora estar drogado. Los planos se intercambian en un movimiento suave pero continuo, un dentro-afuera, una rotación lenta de múltiples elementos: temblor líquido y niebla sinuosa. La corteza se agrieta, aparecen animales que huyen de un bosque en llamas.

Esta pintura no apela directamente, no escruta al que mira, no contamina ni embadurna. La obra de Juan Rafael carece de anécdota, brota. Es una mezcla de arquitectura y paisaje. Su capacidad de transformación la hace estar viva, como un cuerpo que se retuerce. Emboscarse es ser bosque. Esta pintura es un niño escondido, con esa mezcla de ingenuidad y pillería.

Las quemaduras, los rasponazos, los tatuajes, las cicatrices, las arrugas, las vetas, los surcos, las veladuras, los resplandores, el trazo de la escritura, las texturas, los hilos, las máscaras, los pliegues, las vibraciones… hacen música del árbol caído.

Información relacionada (haz un click):

Categorías.
Categorías.
Buscar por fecha.
Buscar por fecha.