Por ELOÍSA OTERO
tamtampress.es
El poeta y artista visual Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, 1957) muestra estos días sus últimos trabajos en el campo del dibujo, el grabado y la escultura en la galería leonesa Ármaga. De alguna manera Mestre concibe sus obras plásticas como poemas silenciosos, en el sentido de que constituyen una forma más de ahondar en su particular universo poético y creativo, regido por la imaginación libre y por lo onírico maravilloso. Conversamos con él en la galería, el pasado 25 de febrero. Le preguntamos por estas obras recientes en las que explora un territorio de nuevas ensoñaciones y decorados críticos. “El arte es también una dialéctica de lo público, es una imaginación privada llevada al territorio de los desafíos públicos”, dice.
“La continuidad en el trabajo artístico está muy vinculada, para mí, a un acto de desobediencia a la costumbre. En este momento se me antojaba que era necesario introducir de nuevo el desafío, la temeridad de enfrentarse e intentar ampliar el universo lingüístico por así decirlo”, señala Mestre sobre sus últimas creaciones visuales.
El poeta apela a las enseñanzas de Antonio Gamoneda al afirmar que no cree en la falsa autoridad del límite de los géneros. “Creo que los géneros están para ser desafiados y que la propuesta estética es una propuesta de carácter imaginario, y por tanto espiritual, y que las fronteras entre plástica, gráfica, escultura y poesía están fundamentalmente para una cosa: para dinamitarlas. Es decir, hay que dinamitar los discursos de orden porque han sido precisamente los discursos de poder, y los discursos de obediencia, lo canónico, lo que nos ha llevado a este callejón sin salida en el que se han convertido todas las dialécticas de lo público. Y el arte es también una dialéctica de lo público, es una imaginación privada llevada al territorio de los desafíos públicos. Y en momentos en los que la democracia ha sido secuestrada por el lumpen financiero, hay que volver a situar la posibilidad del trabajo artístico como un acto de resistencia desde el lenguaje, porque la resistencia no es solo desobedecer a los actos de fuerza de los brazos armados de la burguesía, sino ofrecer un grado de resistencia desde los lenguajes, ampliar el horizonte de los proyectos significativos que amplíen también la capacidad imaginativa de la sociedad para dar respuesta a los discursos de orden”.
“Todo acto de desobediencia en el territorio de la imaginación es también una incitación a lo que yo creo que hoy es esencialmente imprescindible, que es la desobediencia civil a los discursos de orden”, advierte Mestre.
Y continúa: “Yo creo que el secuestro de la democracia por la gran mentira de los mercados pasa necesariamente, en la reflexión artística hoy, por el necesario elogio de la dignidad humana y su capacidad imaginativa para ampliar los horizontes del lenguaje. Yo no pretendo desde ningún lugar proteico ni redentorista proponer con mi trabajo ninguna ejemplaridad, pero sí la de intentar una conducta, que es salirse de la costumbre y dejar de pensar desde la víspera, para comenzar de alguna manera a imaginar los grandes días de la esperanza y del futuro desde el día siguiente, desde el día siguiente a la desobediencia a la gran mentira que intentan imponernos desde la fealdad discursiva de los discursos dominantes. Y ahí también están la televisión, el periodismo… y el arte sancionado en estos momentos por lo que pareciera ser su única tribuna, la mandanga impresentable de las ferias. Parece que fuera de las ferias de arte contemporáneo, como su propio nombre indica, no existe otro camino. Pues sí, existe el pequeño camino privado de la asamblea, de los que resisten en provincias y con su pequeño trabajo proponen ampliar el pequeño horizonte de la esperanza y la dignidad humana, que son la misma cosa”.
Galardonado con el Premio Nacional de Poesía, el de la Crítica, el Adonáis… Mestre lleva años viajando por el mundo y recitando sus versos acompañado por un viejo acordeón lleno de historia. La poesía es para él, entre otras cosas, “el lenguaje de la delicadeza humana”, la lengua de la dignidad. Como escritor atento a la manera en que vivimos, y como Ciudadano Mestre comprometido con este tiempo que nos toca vivir, apoya las Marchas por la Dignidad que están saliendo estos días desde distintos lugares de España para confluir en Madrid el 22 de marzo y decir NO, de forma masiva, a los recortes, al pago de la deuda, a los gobiernos de la Troika y al gobierno de Rajoy. Una marcha para reivindicar dignidad, pan, techo y trabajo para todos y todas.
“Creo que es la única salida, y esa capacidad de respuesta desde la disidencia pública es hoy un esencial acto de dignidad y de compromiso con el futuro. Sin actitudes radicalmente beligerantes frente a los sistemas de dominación no hay ninguna posibilidad de imaginar un futuro sostenible en dignidad y progreso”.
A su juicio, “los retrocesos en todos los órdenes, el acorralamiento de la cultura viene a poner de manifiesto aquel viejo pensamiento de Walter Benjamin, cuando pensaba que el gran botín de los amos, una vez conseguido, ya no son las plusvalías, sino la cultura y la educación. Y creo que ese botín no se lo debemos permitir porque aquí se juega algo más que un cambio de sistema, nos estamos jugando un modelo civilizatorio. Es decir, un modelo basado en la cultura, en la delicadeza de las palabras y en la memoria de los libros… o una sociedad incivil basada en la usura que no conduce a otro lugar que a la podredumbre de todos los valores democráticos y humanistas”.
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- “El azar dormido”, acuarelas, grabados y bronces de JUAN CARLOS MESTRE en la galería Ármaga. Hasta el 6 de marzo.
- Catálogo de la exposición “El azar dormido”.
- “Lapidario incompleto”, un nuevo libro de Antonio Gamoneda ilustrado por Mestre