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El Pekín “metafísiko” de JOSÉ DE LEÓN

El pintor José de León. © Fotografía: José Ramón Vega.
El pintor José de León. © Fotografía: José Ramón Vega.

Por CAMINO SAYAGO
tamtampress.es

El pintor José de León muestra en el Museo de León “Beijing 2010/2012”. Una exposición que recorre el trabajo realizado, durante varias temporadas, en la capital de China. Pintura en gran formato, lírica y onírica, sobre los olores, las percepciones, la arquitectura, el paisaje, de una de las ciudades más pobladas de este país asiático. Y una misma caligrafía: la del subconsciente. La inaguración tendrá lugar a las ocho de la tarde, y las obras se podrán contemplar hasta el 5 de abril.

540 días invirtió José de León en fraguar casi un centenar de cuadros, de vivencias, de aromas, de fragmentos de la antigua Pekín. Su vitalidad, su desbordante imaginación, se velan entre su particular cosmogonía, poblada de mágicos habitantes.

Ahora le toca traer ese aroma de cumbres nevadas, de islas, fauna psíquica, semidioses, casitas y árboles de la vida a un espacio que le es conocido, el Museo de León. A principios de los 90, con Enrique Baquedano al frente, en el entonces Edificio Pallarés el pintor realizó su primera gran individual. Ahora regresa no sobre sus pasos sino con piel nueva, y con una pequeña parte de lo que ha pintado durante dos años en la antigua capital de China, Pekín. Entre 2010 y 2012, porque antes los viajes le llevaron a Nueva York, a Méjico o a Berlín. A pintar y a vivir o viceversa. “Tengo la necesidad de crear y allí donde voy, voy exclusivamente a pintar. Lo que pasa es que me refresco, cada país al que voy tiene una temperatura anímica, imaginativa y yo eso lo absorbo. Pero lo básico es trabajar, eso sí, condicionado por el lugar en el que estoy. A China llegue el 21 de abril de 2010 justo cuando el volcán islandés estaba dando guerra aquí, por Europa, y me tuve que desviar por Estocolmo. Llegué quince horas más tarde con éxito e hice las maletas para volver justo el 10 de junio de 2012”.

A la vuelta, tras su primera estancia en Beijing, desembaló pronto las maletas. Los cuadros de menor tamaño encontraron pronto acogida en las paredes de la galería Ármaga, en octubre de 2009. Y este pasado junio, el desembarco de otros tantos en El Cazario de León, en La Baña, en La Cabrera. Entre medias una individual en 2010, con más piezas, en el Instituto Leonés de Cultura. En cada lugar una mirada, un trocito del universo en expansión del artista.“Los inviernos son muy duros en Pekín, así que a partir de noviembre venía tres meses para España y a partir de julio otros dos más”.

Los dos años de trabajo, con sus respectivas vacaciones, que pasó en Pekín han dado como resultado unas setenta u ochenta piezas, a una media de cuarenta por año, tamaños grandes y pequeños. En este país exótico, lleno de cultura, de sabiduría, de contrastes y quizá uno de los más desconocidos para un occidental, el artista leonés quedó cautivado con su misterio. Los olores, las percepciones, la arquitectura, el paisaje, se reconocen en esta obra. “Desde Ventana a Oriente a Paisajes de Guilin, los Paisajes cárstikos, el paisaje de Sangre de los campesinos hasta El palacio del faraón chino o el Árbol del Tao. Son figuras que están pintadas con mi habitual forma clásica de pintar y están envueltos un poco como novedad en la filosofía: si hago una casa la hago con la punta del tejado un poco hacia arriba, como todos sabemos así son las casas chinas, y las típicas montañas de Guilin son más puntiagudas que las nuestras. En fin, está todo sembrado de los típicos paisajes chinos y los colores son a veces colores un poco más vivos porque es un país con una viveza en el color bastante importante”.

Casas

“La casita colorada”, es una de las obras más coloristas en este recorrido. Una nueva versión en gran formato del árbol de la vida, un tema que José de León repite y una y otra vez. “Es un cuadro que encarna el estereotipo de inconsciente universal, e igual que un árbol da fruto y hojas nuevas todos los años, este cuadro se reproduce anualmente o cuando se vende”. Simboliza su estudio en Pekín, donde crea. “La casa de Confucio”, o “La sangre de los Campesinos”, ejemplifican el cambio cromático: la primera sobre fondo negro y la segunda sobre blanco componen el relato.

Son dos puntos de fuga en la exposición, dos etapas marcadas por las influencias y el entorno a lo largo de su estancia en Pekín: una con más gamas de color, en la primera sala del Museo, en la quedan resquicios de su etapa anterior en Berlín y otra más gris, en la segunda, influenciada por los fondos monocromos de la pintura china y por su caligrafía. Incluso como recuerda, por la propia vida de los artistas en este país. ”Me llamó mucho la atención la vida de los pintores chinos. Son como obreros, viven en naves divididas y llevan una vida muy monástica. Pintan todo muy muy homogéneo, con poco color y muy en plan de que conocen la técnica y la explotan al máximo. Digamos que como sin demasiada imaginación, sin dar saltos cualitativos y eso evidencia la falta de libertad cultural por el régimen que tienen, que les incide directamente en el cerebelo. Su pintura está falta de frescura porque se copian a sí mismos”.

La arquitectura tradicional china, sus casas y palacios, es el elemento más destacado en esta obra. Es parte del escenario que recrea, una amalgama de macro mundos y micro mundos, de naturaleza y paisajes del subconsciente. “Absorbo todo lo que está a mi alrededor y como tengo exacerbado el sentido de la vista, capto más las imágenes que los sonidos u otras cosas. Cada uno tiene unas aptitudes y yo he desarrollado más unos sentidos que otros. En mi caso lo que me es más peculiar y diferente en esta obra son las casas. La arquitectura es lo que más he transformado en esta nueva serie de pinturas chinas, con respecto a la anterior”.

El gran formato

Otra de las innovaciones de esta obra, tal como señala su autor, reside en la utilización del gran formato. Una decisión que llegó por azar. “En esta obra se da la casualidad de que he empezado con el gran formato, no ya de dos por dos, si no de tres por tres. La innovación del tres por tres, son nueve metros cuadrados, repito: es una innovación importante en el ambicioso momento en el que quieres cubrir más espacio poético. El descubrimiento del tres por tres ha sido un hallazgo típicamente chino. Porque resulta que el taller en el que pintaba era inmenso y no tiene sentido hacer cuadros de uno por uno en un estudio que era como una nave, paredes de ocho metros, tejados inmensos…”.

540 Días en Pekín (2010 – 2012)

Por JOSÉ DE LEÓN

¡¡AHORA!!… en el punto más elevado del equinoccio más intempestivo… después del “miércoles de ceniza”… cuando la cabra, en China, se adueña de un nuevo año… ahora, unos 30 lienzos de aroma oriental, en tejidos de lino, y purpúreos sueños, arribarán a la ciudad de León, capital del reino, Legión séptima.

Antes, esperaron pacientes en los límites de la Tierra de Campos, también Campos Góticos. Allí, alguien los meció, entre paredes acolchadas, como se guarda un tesoro que sólo ha de verse años después…

La obra metafísico-surrealista que os presento, amigos, es la que realicé entre mayo del 2010 y junio del 2012, en Pekín, en un singular barrio-factoría del nordeste de la Ciudad Prohibida.

Temperaturas extremas pusieron a prueba mi fortaleza cazurra, y, del frío, sacaba colores calientes, y del calor, recreaba aires frescos. Después paseé por la Gran Muralla, volví al Palacio de Verano, medité en el Templo del Cielo, donde hablé con el Buda Sonriente o Mileh Fo, el santico dorado y panzón al que tengo gran devoción, quien como sabéis, tiene algo de san Pancracio asiático.

Quiero que sepáis, que bien puede calificarse como milagro que esta obra haya llegado sana y salva a España, por mar, desde tan lejos, pues me contaron que una gran tempestad azotó el buque mercante que la transportaba, y allá por el océano Índico, a punto estuvo del terrible naufragio.

Os invito a celebrar, el tener la oportunidad, de ser los primeros ciudadanos en ver esta obra venida de tan lejos. Abrid bien los ojos y observad cada centímetro de la tela, pues en ella están inscritas grandes leyendas, que hablan de la eternidad del mundo, de las ilusiones que nos hacen sonreír, soñar, llorar de emoción. No perdáis el tiempo en preguntar a nadie lo que veis, pues la respuesta está en vuestros corazones.

¡¡¡Despertad!!!, despertad!!!, pueblo.

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