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Explorar, atreverse, decidir ir un paso más allá…

Al fondo, Emilio Gancedo y Marga Carnero durante la inauguración de la exposición. Fotografía: Gabanna Blues Jazz.
Al fondo, Emilio Gancedo y Marga Carnero durante la inauguración de la exposición.

Reproducimos el texto leído por el periodista del Diario de León Emilio Gancedo, el pasado martes 6 de octubre, durante la presentación de la exposición artística colectiva que acoge la galería Ármaga con motivo de los actos del Día Mundial de la Salud Mental.

Por EMILIO GANCEDO

¿Adjudicaríamos a poetas como Hölderlin, a compositores como Schumann o Beethoven, a pintores como Van Gogh, a matemáticos como Isaac Newton, a narradores como Allan Poe o Mark Twain, a pintores como Dalí, el adjetivo –injusto, generalizador, indiscriminado, que refleja una descuidada imprecisión– de locos? ¿De personas que padecen locura? Una palabra que trae consigo, que carga a las espaldas desde muchos siglos atrás, una enorme connotación negativa, perniciosa, y por lo tanto, por todo eso de indistinto, de impreciso que tiene, un adjetivo tantas veces falso para referirse a una variedad de estados, de manifestaciones y de condiciones verdaderamente amplia, inmensa. Es como si a toda la raza humana, unos extraterrestres que llegaran un buen día de Saturno nos llamasen Los Infectados, Los Mocosos o Los Estornudadores, porque, sí, padecemos, algunos muy frecuentemente, catarros, toses y gripes.

Muchas veces el lenguaje es así, útil por su capacidad para condensar, para resumir, una multiplicidad de cosas en una única palabra, pero tantas veces parcial, abusivo, arbitrario, precisamente por eso mismo. Porque esa palabra no refleja, ni por asomo, todo lo que de experimentación, de creatividad, todo lo que de inconformismo, de rebeldía, todo lo que de exploración, tienen, demuestran, muchas de las personas que padecen alguno de los infinitos grados y manifestaciones relacionadas con la salud mental. Y aquí, precisamente, en esta exposición de la galería Ármaga vamos a poder contemplar obras de arte realizadas por personas que, por muy distintas circunstancias, se encuentran bajo tratamiento médico (psiquiátrico, psicológico); una interesantísima muestra, como podréis ver, en la que colabora el Hospital Universitario de León, el Hospital San Juan de Dios y la Asociación ALFAEM-FEAFES.

Esa creatividad, esa investigación, esa búsqueda consciente o inconsciente, ese acercarse a la frontera, al límite, que es algo que los demás no hacemos probablemente por miedo (¿quizás lo deseamos y no podemos?) son también rasgos de muchas de estas personas, de las que sin duda tanto, tanto podemos aprender dentro de toda esa ‘normalidad’ (entre comillas) que tantas veces se nos impone como un corsé, grapada de códigos, de tópicos, de paternalismos –como bien dice la psicóloga Mar Arias en la presentación escrita de la exposición–, que por desgracia caracterizan a la sociedad actual, tan convencional en ocasiones, tan poco valiente y tan poco curiosa. Curiosidad, indagación, libertad, virtudes tan destacadas, tan decisivas para la condición humana a través de los siglos, se muestran, a veces descarnadas sí, pero elocuentes, hablándonos muy de cerca, de cosas que son vitales para nosotros, en muchas de las personas que se encuentran siguiendo estos tratamientos. Personas como las que han creado las obras que podrán contemplarse en Ármaga durante esta semana, obras tan sugestivas, tan fascinantes, tan libres sobre todo, tan fundamentalmente libres, de las cuales podemos aprender, y mucho, artistas y no artistas.

Un destacado psicólogo y pensador como fue Ronald David Laing dijo estas palabras que nos pueden sorprender, y que en su día fueron poco menos que revolucionarias: afirmó que la locura “no tiene por qué ser todo colapso, también puede ser avance”, y argumentaba que la ciudadanía solía estigmatizar estas manifestaciones, estas enfermedades mentales, “por no acomodarse a las normas sociales”. Y proseguía: “La enfermedad mental debería valorarse como experiencia catártica y transformadora”. Son en el fondo, reflexionaba él, reacciones a situaciones difíciles, pueden responder a intentos del paciente de comunicar lo que les aqueja “y pueden llevar a revelaciones personales importantes, aunque difíciles de entender porque están envueltas en el lenguaje del simbolismo personal, que a veces solo tiene sentido desde el interior del sujeto”. Los tratamientos de Ronald D. Laing intentaban “comprender el simbolismo del paciente escuchándole atenta y empáticamente”.

Formas muy diferentes de adaptación a un medio social o familiar quizá hostil, simbólicos intentos de comunicación… en todo caso, nada que deba estigmatizarse sino comprenderse, algo necesitado de un acercamiento directo y con la mentalidad lo más abierta posible. Y es que cada uno, por los diversos condicionamientos y opciones que caracterizan su vida, manifiesta unas tendencias u otras. “La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia”, dijo Edgar Allan Poe.

Yo he intentado explorar otro aspecto también, digamos, quebradizo y misterioso del ser humano, la memoria, en un libro, ‘Palabras mayores’, que está por ahí, por si a alguno le interesa, desde un punto de vista literario, y he llegado a la conclusión –ya lo he dicho en otros lugares– de que la memoria y la literatura se parecen, y se parecen mucho, porque ninguna de ellas es matemática exacta, no son informes ni titulares, dossieres ni reglas físicas, son elecciones con mucho de creativo en su interior, en su funcionamiento –se eligen unas cosas, se desechan u olvidan otras–, se van construyendo creativamente, y ese es un aspecto también importante de la personalidad, y más acusado en cierto tipo de personalidades. “Mi cabeza es despensa de memorias”, me decía uno de los protagonistas del libro. Y otro, con su acento manchego: “Tengo la cabeza ‘mu gastá’ de tanto como la usé”. En este tiempo que nos ha tocado vivir, tan obsesionado con los números, los rendimientos, las competencias, las rentabilidades, me parece importante, cada vez más importante, el intentar acercarnos a las cosas y a la gente de forma creativa, humana, empática, sin esa obstinación por uniformizar, por reunir, por clasificar, por encasillar, también en este mundo de la salud mental. Esta exposición, esta iniciativa, es una buena muestra de que sólo aquellos que exploran, sólo aquellos que se atreven, sólo aquellos que deciden ir un paso más allá, pueden, en el caso de los genios antes mencionados, hacer avanzar a la Humanidad, y en el caso del resto, aportar algo nuevo a su comunidad y –especialmente– superarse y descubrirse a sí mismos.

Tal y como decía Salvador Dalí, “la única diferencia entre un loco y yo, es que yo no estoy loco”.

Muchas gracias y que disfruten de la exposición.

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