Fotografías de Amando Casado
Ir al encuentro de los lugares del arte es acudir a una cita con lo mágico, con lo más profundo del ser humano; es sinónimo de predisponer la mente para dejarnos seducir y sorprender por nuevas ideas y pensamientos.
Surgen estas fotografías fruto de las experiencias vitales de dichos encuentros: no sólo museos, galerías, auditorios, también la naturaleza, las ciudades o los libros, todos ellos fuentes de inspiración y conocimiento. Las imágenes mostradas en Ármaga, más que deducir o documentar, intuyen un concepto que busca las formas que lo expresen. Son registros de un vibrar poético, a veces contradictorios, que intentan ver algo de luz en la inefable oscuridad. Ritmos plásticos, pensamiento y estética, casualidad y causalidad, se abrazan en un sentir espontáneo actuando como un soplo de belleza y una dosis de placer.
Las reflexiones anteriores y posteriores sobre el acto fotográfico, su lenguaje y sus códigos forman, como en un “fuera de campo”, la intra-narración de las capturas para evocar las experiencias vividas. Las imágenes no tienen intención narrativa, y en esta sintonía R. Barthes afirma: “La fotografía sólo dice: esto ha sido”. “No decir nada, dejar que el detalle aflore a la conciencia afectiva”. Son, por tanto, brechas luminosas que se independizan del autor al ser mostradas. Al espectador, en el acto de contemplar, le corresponde su propia narración; las imágenes sólo son estímulos para la memoria que agitan el deseo de ver lo que su imaginación conciba.
Amando Casado