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Historias del pasado y el futuro

Teresa Gancedo en la sala Ármaga en 2009. © Fotografía de M. Cuevas.
Teresa Gancedo en la sala Ármaga en 2009. © Fotografía de M. Cuevas.
Por MARCELINO CUEVAS

(Publicado en su blog, Crónicas bipolares, el 27 de marzo de 2009)

Los cuadros que pinta Teresa Gancedo hay que mirarlos despacio. A través de sus imágenes la pintora nos revela sus vivencias, sus sentimientos, sus recuerdos y sus sueños. Sus obras son, sin duda, el más fiel espejo de su alma.

La artista leonesa pinta con el corazón y con una paciencia infinita. Sus cuadros están llenos de cosas, de pequeños objetos, de collages, de papeles robados a otras épocas. Con todos esos elementos Teresa Gancedo envía sus sugerentes mensajes, que en los últimos tiempos están muy influidos por las imágenes de la época barroca.

Unos pájaros que habitan más allá de la superficie del cuadro y que parecen entonar su canto entre la niebla que desdibuja la memoria. Distintas visiones de Eva, de la mujer primera que se repite, siempre en pequeñas representaciones cargadas de misterio. Y flores, en los cuadros que Teresa Gancedo presenta a la galería de arte Ármaga hay muchas flores, incontables citas a la naturaleza.

La pintora vive lejos de su tierra leonesa, pero siempre recuerda su niñez en un pueblecito de Laciana. Allí vivían sus abuelos y allí pasaba ella los veranos en la tremenda época inmediata a la guerra civil. Teresa Gancedo es veterana en el mundo de arte, pero sus trabajos están pletóricos de juvenil energía. Son como delicados poemas en los que el color a veces destella intensamente desde los pequeños detalles. Un laberinto de historias inconclusas que la pintora invita a descifrar al espectador.

¿Soñará Teresa sus pinturas antes de pasarlas al lienzo? Posiblemente sí. Quizá algunas de sus obras no nos hablen de recuerdos, sino de historias que aún están por suceder. Hay mucho misterio escondido entre esos caminos blancos que se enredan en la superficie de sus cuadros.

A pesar de los incontables materiales que la pintora incorpora a cada uno de sus trabajos, el resultado es siempre plano, ella insiste en que no quiere salirse de la superficie, que desde siempre las pinturas que hablan de dioses y de misterios mayores fueron así, planas con todo el mensaje al alcance de una sola mirada, pero una mirada que debe ser intensa, tan intensa como la mitología que se asoma al fondo de las pinturas de esta singular artista.

Eva, parejas de seres sacados directamente del barroco, volutas rococó, ángeles como moscas apenas insinuados con unas pinceladas blancas, amarillos papeles de notario, y telas transparentes tras las que se esconde el Paraíso Perdido.

Ha vuelto Teresa Gancedo, y ha vuelto con una obra llena de atractivos, plagada de revelaciones, original y distinta. Son las pinturas de unas mujer llena de juventud que quiere trasladar al mundo las historias que le ha contado el tiempo y los relatos que le ha revelado el porvenir.

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