“La obra de Esperanza d’Ors es luminosa y poética, en el sentido sagrado que tiene lo poético, universal y potente, que indaga significados más allá de lo puramente estético. Es la consagración de lo humano –hoy ya apenas orfandad deambulante por este páramo mundo–, una puerta de entrada a la conciencia, que conecta con aquello que urge salvar, con la humanidad que merece ser recordada, la que pide a gritos que la rescatemos de estas tinieblas, aquella que soñó que pudiéramos llegar a ser algún día una especie merecedora de respeto y perdón”. Juan Carlos Pajares
La escultora madrileña Esperanza d’Ors muestra en la galería Ármaga su relectura, plástica y filosófica, de los mitos clásicos. “Mitos humanos” se titula la exposición que se inaugura el sábado 4 de marzo, a partir de las 13 horas, con asistencia de la artista. Unos versos de Ángel Fierro acompañan la presentación de su obra en León: “Tras las convulsiones de los siglos, / creemos firmemente que el paraíso es la esperanza, / la comprensión de lo inmortal”.
Por ESPERANZA D’ORS
Dos son los motivos que, desde hace treinta y seis años, explican mi trabajo escultórico.
Desde la obligación de cumplir la función de todo artista, la de conmover y acompañar, el primero sería la urgencia de atravesar el vértigo de la información y la banalidad de nuestra contemporaneidad y reconducir la mirada del espectador, de fuera hacia dentro, invitando a la reflexión.
Me sirvo de los mitos clásicos, no sólo como válidos arquetipos de conducta humana, sino intentando generar desde ellos un intercambio simbólico y una generación de alegorías que abran interrogantes que nos permitan pensar en nuestro destino.
Una nueva “re-lectura”, plástica y filosófica. Así en mi obra el sueño de Ícaro, volar más, volar más lejos; la fogosa pasión de Prometeo y su obligación de desarrollar su destino atado a la roca que es la Tierra; el esfuerzo baldío de Sísifo y la búsqueda de la identidad de Narciso en el espejo, y tantos, tantos otros, como Penélope, las Sirenas, Salomé, Danaides, Hespérides…
En segundo lugar, la elección del cuerpo humano como centro de mi trabajo, con la convicción no sólo de que éste es intrínsecamente trágico -ningún otro animal va desnudo-, sino también como reacción al imperante “posthumanismo”.
Mis figuras escultóricas, curiosamente andróginas, nacen en su mayoría solas, aún en los conjuntos figurativos que en estos últimos tiempos se han visto formalmente incrementados por la multiplicación de figuras, en una incontrolada e imparable extensión. Mis Contenedores humanos son ejemplo de ello.
Nuestro perfil, nuestra identidad, nuestra memoria, no pueden quedar disueltas en la nada.
Volver a León.
Aquí está una de mis más queridas obras públicas, mi homenaje a Los Cuatro Elementos Naturales, encarnados por mis más queridos representantes míticos: la tierra (Sísifo), el agua (Narciso), el fuego (Prometeo) y el aire (Ícaro). Como puede verse en ésta exposición de la Galería Ármaga, estos mitos nunca me abandonan y vuelvo a ellos en mis series siempre abiertas y autoprovocadoras.
También feliz para mí, por las generosas personas que lo hicieron posible, uniéndome para siempre a esta tierra de poetas: mi inolvidable Jaime Quindós –fundamental en mi biografía artística y que apostó por mí cuando mi obra era tan sólo un torpe titubeo–, él, máxima autoridad cultural en León y en toda España. La Cámara de Comercio, que lo hizo posible junto a los habitantes de León, y la impagable compañía, siempre a mi lado, del poeta Ángel Fierro, hermano en el convencimiento de que la belleza existe. Volver es, por tanto, el mejor de los regalos posibles.
Aquí están mis “Mitos humanos”, un pequeño espejo donde, espero, podernos mirar y encontrarnos, aunque sea “desvalidos” porque, en definitiva, es el lugar del hombre la cuestión que debe ser planteada.
:: Sobre Esperanza d’Ors
Esperanza d’Ors (Madrid, 1949) proviene del campo teórico del arte. Ha ejercido como profesora universitaria, ensayista y crítico. Vive y trabaja en Madrid. Licenciada en Literatura Hispánica por la Universidad Complutense, profesora de Movimientos Artísticos en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Navarra.
Como artista, con una decidida voluntad filosófica, apartándose de la historia, realiza una personal lectura de los mitos clásicos. Utiliza para ello la figura humana desnuda, en solitario o en grupo, con unos perfiles ambiguamente andróginos.
La ambigüedad sexual le permite mostrar ambivalencia, sentimiento y emoción. Consigue con ello evocar el cansancio del hombre contemporáneo y abre interrogantes que nos permiten pensar en nuestro destino.
Así lo ha hecho con Los laberintos de Ícaro, conjunto escultórico que obtuvo la Medalla de Oro de la Bienal de Alejandría de1991; con Prometeo, no debiste traer el fuego, en 1995; con Once Sísifos y algunos suplentes, en 2000; con Narciso, el espejo de mi soledad, en 2002; con No mueren los dioses en 2004; y con Hombres como dioses en 2010.
Le interesa la relación dramática que se establece entre el ser humano y su universo objetual.
Sus esculturas apuestan por la esperanza posible tras la aniquilación de la inocencia. En los últimos años se ha centrado en la escultura pública, insertando en la ciudad contemporánea sus narraciones, como El regreso de Ícaro con su ala de surf, en las aguas del puerto de Alicante; Íkaro Elgoibarren, colgado sobre el río Deba en Guipúzcoa, Los cuatro elementos en León o, últimamente Devolución de Prometeos a su lugar de origen. Un viaje de trashumancia en Usera, Madrid.
- Página web de Esperanza d’Ors