“Territorio”, el libro de viajes de Casimiro Martinferre
El fotógrafo y escritor berciano Casimiro Martinferre apunta aquí unas notas sobre “Territorio” leídas durante la presentación del libro, a primeros de octubre en la galería Ármaga —donde todavía se pueden adquirir ejemplares—, en un acto en el que estuvo acompañado por José Antonio Martínez Reñones (editor de Lobo Sapiens).
TERRITORIO
Por CASIMIRO MARTINFERRE
Portada del libro.
“Territorio”, de la editorial Lobo Sapiens, reúne las fotografías y textos publicados en La Nueva Crónica de León durante un año. Son mis primeras fotografías, tomadas allá por los años 70, 80 y 90. Por entonces, mochila, chirucas y cámara en ristre, empecé a recorrer la Sierra de Ancares, la Cordillera Cantábrica y Los Montes de León. El título hace referencia al Bierzo, aunque en ningún momento lo mencione excepto en los pies de foto, porque sus descripciones podrían encajar en cualquier otra tierra.
En principio atrajeron mi atención las cumbres, las cristalinas aguas de los arroyos, los bosques tan profundos. Después (a menudo no vemos lo que tenemos delante…) la mirada reparó en los habitantes de aquellos pueblecitos ubicados al fondo de valles recónditos, robinsones supervivientes en una naturaleza despiadada. Comprendí que esas mujeres y hombres eran lo verdaderamente importante, las vivencias, los sentimientos que guardaban, y comencé a retratarlos. Cualquier geografía, por espectacular que sea, no es nada si falta lo humano. Un paisaje puede ser muy hermoso, pero no pasa de ahí si carece del alma que le otorga el hombre, para bien o para mal. Detrás del instante, de la centésima de segundo que muestra un retrato, está la vida entera de esa persona, de ahí que el libro complemente imágenes con relatos basados en recuerdos.
Intento con este trabajo aportar otra visión, otro punto de vista sobre el Bierzo, no tan idílico como suponen las guías turísticas. Esta montañosa geografía favoreció el asentamiento de poblados en valles profundos y remotos, antaño florecientes, pero cuando emprendí el periplo muchos ya estaban deshabitados o a punto de serlo. Llegué justo a tiempo de hablar con la última familia o el último habitante. Vejez, soledad, aislamiento, temas sombríos demasiado espesos a los que quité hierro, por instinto de conservación, con el sentido del humor. Procurando, además de conmover o irritar, abrir resquicios para provocar una sonrisa en el lector.
Diría que “Territorio” es un libro de viajes. Viajes al interior de las gentes más humildes, y sobre todo al interior de uno mismo. Un viaje iniciático sin principio definido, ni conclusión. Un viaje nihilista que al final del trayecto nos pondrá —ya que los tenemos ahora tan a mano aquí en la galería Ármaga— ante una de las bellísimas y misteriosas arboledas del pintor Juan Rafael. Como desenlace a ese viaje en busca de nuestro propio corazón, al separar la enramada última y extender la mano recogeremos el premio a todos nuestros desvelos: un puñado de cenizas.