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ARRIZABALAGA pinta albricias

Por ELOÍSA OTERO
(tamtampress.es)

Las pinturas y pequeñas esculturas de Víctor Arrizabalaga llenan este mes de alegría las paredes y el espacio de la galería leonesa Ármaga. Sus obras rezuman color y brillan por sí solas, seduciendo al espectador desde el primer momento. En ellas el artista vasco juega con la mirada, con las palabras, con el espacio, con el concepto pop… reinventando la escultura y proponiendo un divertido recorrido por un mundo plástico plagado de guiños cómplices.

La gran escultura frontal que abre y da título a la exposición, Big Bang, está hecha con cajas de cartón reciclado y recoge el dibujo de un personaje tipo James Bond. A partir de ahí, la exposición recoge pinturas, collages, obras realizadas con impresión digital y esculturas en acero pintado.

Entre los collages, la obra titulada ‘Sex o no sex’ se encuentra ligada a una exposición que realizó el artista vasco hace cinco años en la Fundación Antonio Pérez de Cuenca. “Si te fijas, hay tres elementos fundamentales. Uno es el sexo, de forma muy descarada y muy obscena, en anuncios de contacto de la prensa teóricamente seria, como el periódico El País”, explica Arrizabalaga. “La pieza se completa con otros dos collages, uno sobre esquelas funerarias y otro sobre boletos de lotería. Se trata de tres elementos muy burdos: el azar la muerte y el sexo, mezclados y haciendo una relectura. En el fondo es una crítica hacia ese mercantilismo de la prensa”.

En la serie ‘Deletreando’ la pintura dialoga con los versos de algunos poetas, como Juan Carlos Mestre, y el artista juega con la arquitectura del lenguaje –con las letras y las palabras– desde una perspectiva plástica, creando collages que semejan auténticos poemas visuales. A esta serie pertenece el cuadro ‘Nada es la belleza’, que toma su título de un poema de Mestre –“un poeta al que admiro mucho, es amigo y hemos hecho cosas juntos”, comenta el artista–.

El mundo de las letras imprime su sello en otras obras gráficas, impresiones digitales llenas de verbo en juego y color vivo. “Esa obra, por ejemplo, titulada ‘Refugio en la memoria’, habla de que en el lenguaje de alguna forma está la memoria, la historia de los pueblos, la cultura… Es una especie de construcción, por poner un símil; como una caja metafísica de Oteiza, pero en vez de formas geométricas son las letras las que construyen y definen el entorno”.

La exposición se completa con algunas serigrafías y, sobre todo, con vistosas esculturas de distintas épocas. “Mi escultura es muy ecléctica. Hay obras con un matiz netamente narrativo, que cuentan, o se sobreentiende, una pequeña historia, y hay otras en las que juego con iconografías populares, o con un diseño genial, como es  el de la botella de ‘Tío Pepe’…”, advierte el artista vasco. “La figura femenina es otro de mis referentes, así como distintos elementos relacionados con la iconografía pop, que fundamentalmente toma elementos muy reconocibles, muy populares, como la silueta del puzzle, que yo utilizo como módulo constructivo”, añade.

Además de piezas múltiples, en los estantes toman cuerpo varias figuras femeninas, hechas en acero y realizadas en un solo color. “De estas pequeñas esculturas he hecho una tirada muy grande, un poco para popularizar la escultura y permitir que la gente que anda más justa de dinero… pues que pueda comprar una pieza a un precio asequible”.

Sobre estas figuras femeninas y sobre los objetos domésticos que aparecen en sus esculturas ha escrito el crítico José Ángel Arteche: “Son representaciones del deseo, de la chispa de felicidad y de lo placentero en los pequeños detalles”.

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