Basta con sumergirse en los climas y las aguas de esas asombrosas concordancias de la materia sutil, la mancha y el color, con la sensación incoercible de que, lejos de una brecha entre el sujeto y el objeto, se concierta en ellos una comunidad esencial; la sensación de que, lejos de una pérdida de realidad o un exilio de la realidad, hay en esta obra una ganancia de realidad, una forma gozosa y suplementaria de pertenencia a la realidad. No otro es el cometido del arte.
J. C. Gea